jueves, 16 de junio de 2011

Hoy les voy a contar un poco mi forma de ser, la terrible facilidad que tengo yo para perder. Pierdo la ropa y pierdo apuestas, en pocas copas pierdo lo que llevo a cuestas, pierdo vergüenza cuando estoy con mis amigos, cundo canto pierdo el hilo de lo que debo cantar, perdí el pudor, perdí mil noches frente al mar. Perdí alegría, y también perdí inocencia, refugiándome en los libros me sirvió para entender que a mucha gente no le importa la miseria, que solamente les interesa el poder. Perdí la fe en la democracia cuando ya no me dio gracia ver que manejan los hilos de la nación los que tienen un dólar como corazón.
Perdí tiempo y dinero perdí el celo, perdí el fuego perdí el vuelo, perdí el arte de soñar, algunas noches pierdo un recuerdo, pierdo la cuenta ya de todo lo que pierdo. Pierdo la voz de la conciencia entonces quedo hablando solo, me pierdo de polo a polo en encontrar alguien con quien poder reír, poder llorar.
Y tengo suerte de no haber perdido un diente, refugiado en aguardiente nunca sé cuando parar, pierdo la vida en una vuelta de ruleta, pierdo la bocha por hacer una de más, y me hundo en el primer surco profundo perdiendo de nuevo el rumbo.

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